lunes, 20 de marzo de 2023

Marzo y lo que me falta


Mi abril era en marzo, pero tampoco fue y me hace falta. Los últimos días me ha invadido el dolor, pero un dolor extraño, hueco, frío, que evoca vacío. Me ha costado mucho trabajo expresarlo, ponerlo en palabras; incluso este texto lo reescribí varias veces, porque siento que no va a tener mucho sentido y que sonará como una tontería, pero al mismo tiempo sé que es real lo que siento y que negarlo no me va a ayudar. Decidí que iba a dejar estar la tristeza y el dolor del vacío, pero eso no lo hace más fácil ni le da más sentido.

Yo estoy acostumbrada a temer a la tristeza, a salir corriendo cuando la veo aproximarse porque generalmente me consume y me arrastra. Me esfuerzo mucho por huir de ella o por "tramitarla" rápidamente, lo cual casi nunca me sale bien. Pero en las últimas semanas no quise que fuera así, quería sentir el dolor y la tristeza, quería entenderlos y sentirlos.

Sabes hermano lo triste que estoy
Se me ha hecho vuelo de trinos
Y sangre la voz
Se me ha hecho pedazos
Mi sueño mejor
Se ha muerto mi niño, mi niño, mi niño
Mi niño, hermano

La cuestión es que mis bebés iban a nacer en marzo, primero en el 2019 y luego este año. Mis pérdidas han ocurrido casi en las mismas semanas y aunque han sido tan tempranas, las he experimentado de una manera muy descarnada y he sufrido mucho. Seguramente porque han sido embarazos muy deseados y muy buscados. Con el último embarazo, particularmente, he tenido el privilegio enorme de haber sido consciente del momento de la concepción, algo que las mujeres generalmente no pueden vivir con conciencia plena. Entonces siento el vacío enorme porque mis bebés no están aquí, y porque incluso si estuvieron muy poco tiempo, fue suficiente para imaginar su presencia, hacer planes e ilusionarme.

En este marzo de 2023 yo iba a tener un bebé sumamente esperado y celebrado, un ser que había sido posible gracias a mi perseverancia, a la ciencia y al amor de tantas personas que acompañaron y apoyaron el tratamiento que lo estaba haciendo posible; en cambio, transito este mes haciendo exámenes y pruebas para saber qué pasa con mi cuerpo y con los embriones que me quedan, porque sólo sigo recibiendo resultados negativos y porque ese aborto fue extraño y asustador. En marzo de 2019, en lugar de graduarme del doctorado con una barriga enorme o con un bebé recién nacido en brazos, asistí a la ceremonia el mismo día en que se suponía que nacería, llorando a escondidas desde la mañana hasta la noche para que nadie lo notara.

No pudo llenarse la boca de voz
Apenas vació el vientre
De mi dulce amor
Enorme y azul, la vida se le dio
No pudo tomarla, no pudo tomarla
De tan pequeño

A pesar de que sé que no es el final y que existe la posibilidad de que pueda ser madre de nuevo y para siempre, algo muy profundo se ha roto en cada pérdida. Me siento no sólo dolida por ello sino también "inadecuada" porque ese sentimiento no parece ser común o aceptado, las pérdidas tempranas son tan comunes que siento como si todas las mujeres las hubieran experimentado y cuando escucho de otras madres hablar con naturalidad de ellas, no puedo evitar preguntarme si también les extrañan así o si han experimentado tanto dolor. Me cuestiono mi propia cordura y mi debilidad o fortaleza. Desde luego sé que es un pensamiento extremo y que carece de sentido cuando se piensa bien, pero se siente así y es más difícil.

Ayer pensaba en que todo el tiempo recibo mensajes en los que se nos dice que nos concentremos en el presente, pero yo no puedo dejar de pensar en lo que iba a ser, en lo que no es en este momento. Ahora que es más difícil imaginar las posibilidades de tener a mi bebé, y que no depende de mi deseo sino de las circunstancias que me acompañan, se hace más difícil imaginar y planear de nuevo.

Yo le había hecho, una blanca canción
Del amor entre una nube
Y un pez volador
Lo soñé corriendo, abrigado en sudor
Las mejillas llenas, las mejillas llenas
De Sol y dulzor

También debo decir que estas pérdidas han traído unas enseñanzas muy poderosas,  que no es que las desconozca, sino que en días tristes se desdibujan. Tampoco quiero caer en esa idea de que el dolor nos enseña, no porque no sea cierto sino porque trae el riesgo de desconocer el dolor en sí mismo, de minimizarlo y sustentarlo únicamente en tanto que es aprendizaje. Pero lo cierto es que estos breves y extraños embarazos me han traído como regalo la ternura y la felicidad de mi propia reacción y de la de otras personas. Extraño mucho las respuestas emocionadas, las tardes celebrando, los planes hechos en conjunto con la familia y los amigos.

A pesar del dolor elijo la esperanza de volver a sentir esas sensaciones y emociones que experimente durante algunas semanas, ojalá por un tiempo mucho más largo y sin este dolor. Pero no me quiero privar aún de ello por el miedo de volver a pasar por esto. También sé ahora que pasé por lo más difícil: decir adiós a los seres que más he amado y deseado, y pasé por eso dos veces; y eso me convierte en una mujer muy fuerte.

Era en abril el ritmo tibio
De mi chiquito que danzaba
Dentro del vientre, un prado en flor
Era su lecho y el ombligo y el ombligo
El ombligo el Sol

Mi Lucerito y mi Cielito (ese fue el nombre que les puse tras su partida) han sido mi mayor ilusión, me han dado las semanas más felices de mi vida y me acompañado espiritualmente desde entonces. Pero iban a estar en mis brazos un mes de marzo y, en cambio, no pude ni siquiera verles. Iban a ser mi abril, florido, soleado y dulce. Así que si me ven triste en estos días, que sepan que es sólo nostalgia, nostalgia del presente y del futuro. No estaré así siempre, pero necesito sentirlo por ahora, necesito hablar de ello y me está costando mucho decirlo. También sé que algún día no dolerá tanto este mes, que será tranquilo. Habrá otros abriles y otros marzos, más dulces y sonrientes, pero estos todavía no lo son y estoy extraviada en esa certeza. 

Les he puesto en itálica y centrados, los versos de una canción que se titula "Era en abril", compuesta por Jorge Fandermole e interpretada por Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré hacia 1982. Es una canción muy triste y define perfectamente lo que se siente en esta situación. Pueden oír una versión en vivo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=Pwv4SUwieeQ 

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