domingo, 26 de julio de 2020

Cambiar y agradecer

Cambiar y agradecer

Estos días han sido especialmente difíciles para mí. Me han sorprendido los sentimientos más extraños y desconocidos, todos mezclados, atropellados e imprevistos: la desesperanza, el pesimismo, la rabia, la frustración. Sentir que no puedo controlar nada, que ningún esfuerzo es suficiente para mejorar mi curso de vida, que no importa cuánto se atesoren los sueños porque igual se alejan. Les decía hace unas semanas que sentía mucho dolor y que me enojaba pensar que "esto no iba a ser así".

Últimamente siento que mis amigas y amigos ya no saben como reconfortarme, que se van quedando sin palabras. Pero hay algo que me han repetido mucho recientemente y me parece sorprendente: que he cambiado mucho, que no soy la misma persona que era hace unos años. Parece una obviedad, claro, pero lo importante es el significado que esto tiene, porque lo dicen en un sentido positivo y reconfortante. Tienen razón, no soy la misma, no me abruman las mismas cosas, ni me duelen las mismas situaciones, ni tengo las mismas prioridades. He cambiado y mucho de ello tiene que ver con este difícil camino de buscar la maternidad en mis propios términos.

Cuando me siento con el vientre y el corazón fríos, como hoy, pensar en aquello que este camino me ha enseñado y cómo eso me ha transformado me reconforta mucho, porque puedo ver en retrospectiva y comprobar que soy más fuerte, más centrada, más sensible (aunque ese sea mi punto débil), más empática. Ese es un regalo maravilloso de la vida, de mis pequeñas estrellas, mi Lucerito y mi Cielito. Y una apuesta vital por mi bebé arcoiris. Sólo puedo agradecerlo. Incluso si también soy más pesimista, más descreída y lloro a diario por no saber cómo recuperar el sendero.

En medio de este caos, y de las muchas cosas que comparto en estas redes, hay un mensaje poderoso que me conmueve cada vez que lo encuentro:


Es un agradecimiento simple y honesto que realmente me sale del alma, porque es todo lo que quisiera decirle a mis chiquitín@s luego de su partida: que su breve paso por mi vida me abrigó el corazón, que vinieron a transformarme profundamente, me convirtieron en madre y con ello me hicieron feliz, así haya sido fugazmente. La dulzura de esos días en que nos supimos madre e hij@, me acompañan a diario y, aunque a veces duela mucho su ausencia, o me llene de rabia por no tenerles durmiendo aquí en mi pecho, me ayudó a comprender lo valiente que era y que necesitaba ser para no darme por vencida. Justo lo que más temo en estos días.








viernes, 19 de junio de 2020

Esto no iba a ser así

Esto no iba a ser así

Esto no iba a ser así, nadie me lo hubiera podido advertir, ni yo misma lo veía venir jamás. Hubo un tiempo (no muy lejano) en el que mis preocupaciones sobre el tema de la maternidad eran otras y ahora me producen risa, era muy inocente, francamente. Yo pensaba, por ejemplo, que lo más difícil en el camino de ser madre soltera por elección era conseguir un "donante". Jamás se me ocurrió, por aquel entonces (estoy hablando de hace unos 4 o 5 años), que habría que pensar en diagnósticos médicos que lo hicieran más difícil. Tampoco contemplaba la posibilidad de atravesar por una pérdida gestacional. No tenía manera de prepararme para nada de esto.

Fui educada en la idea de que si uno trabajaba duro y era sistemático, organizado, disciplinado, entonces uno podía conseguir lo que se proponía. Pero lo que yo he sentido estos últimos años es que casi nada de lo que tiene que ver con la maternidad realmente depende de uno. No sé de qué depende, pero no es de la disciplina, ni del deseo amoroso, ni de prepararse. Aunque todo eso ayuda, y es fundamental y hay que hacerlo, a veces no es suficiente.

En mis planes iniciales terminaría el doctorado, conseguiría un buen trabajo, rentaría un apartamento, me quedaría embarazada con un donante y sería una madre feliz y muy preparada. Pero no ha funcionado así. Últimamente he pensado en que si alguien me hubiera advertido de todo esto, seguramente me habría enojado y habría hecho caso omiso. Yo preferiría en muchos aspectos ser la persona soñadora y optimista que era antes: buscando nombres, escribiendo cuentos para el bebé, escogiendo ropita... No trabajando en la superación de un duelo, ni intentando encontrar explicaciones médicas y filosóficas a lo que me pasa.  

Pero aquí estoy, con el gran trabajo en el tintero, el nuevo hogar empacado en cajas sin destino y todo suspendido por la pandemia, con la amenaza de una crisis económica sin precedentes, la precariedad respirando en la nuca, la angustia vocacional más viva que antes y los fantasmas de las enfermedades preocupantes rondando por ahí.

Esto no iba a ser así, yo iba a escribir en este blog cada semana y les contaría sobre el camino que había seguido para convertirme en madre, les compartiría fotos, impresiones, anécdotas, algunos consejos y muchos momentos felices. Hoy ni siquiera hay fotos para incluir en esta entrada, ya no sé ni qué imágenes representan esta historia. 

Pero aquí estoy, intentando decir algo en el blog de una madre soltera por elección que por ahora lo es sólo en el corazón y en el cielo donde vive su Lucerito. Una madre que no sabe cómo mantenerse en el camino y no darse por vencida, aunque su sueño se vea cada vez más lejos, más difícil, más asustador. Es que esto no iba a ser así.