domingo, 21 de octubre de 2018

Por el derecho a decidir

Por el derecho a decidir



Entre junio y septiembre de este año, Argentina se movilizó alrededor del proyecto para legalizar el aborto, inicativa que finalmente el Senado rechazó. Como legado, una gran oleada de movimientos sociales, aglutinados alrededor del símbolo de los pañuelos verdes, ha atravesado Latinoamérica para manifestarse a favor del aborto legal, seguro y gratuito como un derecho fundamental que se le sigue negando a las mujeres en nuestros países. 



En Colombia, la semana pasada, una ponencia de la Corte Constitucional que pretendía limitar las semanas en las que se puede interrumpir voluntariamente el embarazo, revivió las manifestaciones y los debates a favor y en contra de la interrupción voluntaria del embarazo que, desde el 2006, está despenalizada en las siguientes circunstancias:


1) Cuando la continuación del embarazo constituye peligro para la vida o la salud de la mujer.
2) Cuando existe grave malformación del feto que hace inviable su vida.
3) Cuando el embarazo sea el resultado de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, abusivo o de inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado no consentidas, o de incesto.

Aunque el alto tribunal falló en contra de la ponencia y no se determinó un límite a las semanas en las que es posible interrumpir el embarazo, varias organizaciones de mujeres volvieron a denunciar que en el país existen demasiadas barreras para acceder a este derecho.

Foto: Revista Semana
A propósito de estas situaciones, varias personas me han preguntado por mi posición al respecto. Mi respuesta sigue siendo la misma: si yo reclamo mi derecho a decidir ser madre, reclamo también para otras mujeres el derecho a decidir no serlo, independientemente de las circunstancias que las hayan puesto en ese lugar. Porque ninguna maternidad puede ni debe ser obligada, impuesta, resignada, temida. 

Es por esto que, mientras lidio con mi duelo por la pérdida temprana de mi hijit@ deseado, también salgo a la Plaza de Bolívar y me uno al plantón de las mujeres que claman diciendo: "las mujeres deciden, la sociedad respeta, el Estado garantiza, las Iglesias no intervienen". Porque es que no son situaciones contradictorias, como parecen sugerir numerosos grupos que, en las redes sociales, enfrentan una y otra circunstancia (la pérdida gestacional y la interrupcción voluntaria del embarazo). Son dos caras de la maternidad en una sociedad que se rehusa a respetar el derecho de las mujeres a decidir sobre sus vidas.


Foto: Revista Semana
De hecho, debo confesar que después de pasar por el doloroso proceso de un aborto involuntario, mi postura es aún más clara, porque ninguna madre desea pasar por esto sin compañía, sin escucha, sin respeto, sin afecto y comprensión. No se aborta por maldad, se aborta porque se tiene la convicción de que no es viable continuar ese embarazo, por las razones que cada una decida. Es además, una decisión que compete única y exclusivamente a la mujer, porque se instala en su cuerpo y en la soberanía que se debe a sí misma. La interrupción de un embarazo (voluntaria o involuntariamente) es un proceso tan crítico, tan doloroso física y emocionalmente, tan difícil de explicar, que ninguna de nosotras quiere ni necesita acompañarlo de estigmas, de juicios, de señalamientos, de temores.

Poder decidir si se practica o no un aborto es una cuestión que, además, no debería estar signada por la religión, por la étnia, por la clase social, por el nivel educativo. Superar las dicotomías que estas condiciones nos imponen también es un camino para desnaturalizar las limitaciones que nos impiden ser más libres. Me explico: ser católica no te hace automáticamente anti-abortista (o si no vean la maravilla del movimiento Católicas por el Derecho a Decidir), como ser una profesional muy cualificada  no te impide decidir por una maternidad dedicada. Yo sí creo que cuando la sociedad deje de ocuparse de controlar nuestros cuerpos y nuestras decisiones vitales -y cuando nosotras dejemos de permitirlo-, nos hallaremos en la posibilidad de traer al mundo hijos e hijas deseados, libres, felices, pacifistas.




miércoles, 12 de septiembre de 2018

El testimonio de una familia monomarental

El testimonio de una familia monomarental


Colorful Families es una asociación dedicada a la normalización y visibilización de la diversidad familiar y han contribuido con la plataforma Coencuentros para publicar una serie de entrevistas a familias no tradicionales. En esta oportunidad les comparto la entrevista a Marta Barrio, madre en una familia familia monomarental y a su hijo Diego:


"Nuestra familia está compuesta por Diego (19 años) y yo, más el resto de familiares y amigos que conforman este ecosistema vital, lo de madre sola no es exactamente así".

"Nunca he considerado que tuviera que pedir permiso, ni disculpas a nadie por salir de la ruta preestablecida, creo que una familia monomarental es tan buena y normal como cualquier otra, estoy orgullosa de mi hijo y de nuestra familia.  Y considero que todas estas nuevas familias contribuyen activamente a crear una sociedad más tolerante, diversa y rica".



miércoles, 5 de septiembre de 2018

Luces y sombras sobre la maternidad

Luces y sombras 
sobre la maternidad

Creo que vale la pena que hablemos sobre el claroscuro de la maternidad. Al menos sobre uno de tantos. Porque ser madre es lidiar con la vida y con la muerte (sí, con la temida muerte) a diario. Desde que te lo piensas y lo decides, en adelante, buscar la maternidad, convertirse en madre y vivir aquella condición es experimentar, desde el cuerpo, desde la mente y desde el alma, el ciclo continuo vida-muerte-vida. 



Ya he mencionado en otras publicaciones cómo, por ejemplo, en la búsqueda de un embarazo cada menstruación se siente como una pérdida, una esperanza que se muere mientras otra empieza a vivir. Es muy difícil de explicarlo a quien no lo ha experimentado nunca, pero les prometo que así se siente.

También el parto o la cesárea, el nacimiento en cualquiera de sus formas, es un momento de conjunción de la vida con la muerte en todas sus dimensiones: física, psíquica y espiritual. Un nuevo hijo nace, pero también muere un embarazo y muere una mujer para que renazca otra: la madre.

Y la maternidad también trae otras muertes, otras de las que nos gusta hablar menos, porque preferiríamos que no ocurrieran: las muertes gestacionales y perinatales. Pero esas también pasan y muy a menudo. El problema es que, precisamente porque ocurren con frecuencia y porque nos aterran, las eludimos como un tema del que no quisiéramos hablar, o las naturalizamos y dejamos anulados los sentimientos de quienes las están experimentando, o preferimos pasar por ellas rapidito. 


Pero estas muertes están ahí, son parte de los caminos que millones de mujeres estamos transitando, de maneras muy distintas, hacia nuestra maternidad. El duelo por una muerte gestacional o perinatal es algo que debe ser atendido, entendido y contenido en muchos aspectos: desde el sistema médico/asistencial (incluyendo no solo a los ginecobstetras y enfermeras, sino también a las doulas, parteras, comadronas, psicólogos), hasta los familiares y amigos de la madre. Además, es importante que empecemos a darle un lugar de respeto a las muertes gestacionales en cualquier momento del embarazo, desde las más tempranas hasta las que ya rodean el nacimiento, porque ningún hijo es más o menos hijo para una madre que lo espera.

Cuando te has planteado ser madre soltera por elección, el duelo por la muerte gestacional tiene sus particularidades. En primera instancia porque se trata de embarazos muy deseados y muy buscados (no es que otros no lo sean, pero en esta situación lo son especialmente). En segundo lugar, porque al no haber una pareja, el proceso de duelo está centrado en la madre y si ella no está suficientemente contenida y respaldada por la red familiar y de amigos que la rodea, puede sentirse abrumadoramente sola. Además, experimentar un aborto espontáneo en medio de esta maternidad tan anhelada puede ser un evento traumático en muchas dimensiones, incluso, puede hacer que te replantees tus decisiones o que te paralices de miedo. La clave para superarlo, creo yo, es acompañarse, informarse y respetar el proceso, incluso si ello implica detener el vértigo del día a día, demandar a otros que respeten los tiempos y espacios, buscar ayuda profesional, entre otras opciones. Atenderse en el proceso es la única manera de darle un curso apropiado, y en este sentido nadie sabe, mejor que uno mismo, cómo hacerlo.

Hoy les recomiendo este corto animado que da cuenta de lo que significa un duelo de este tipo, cómo se siente y cómo impacta a la madre:


Y dos buenos libros sobre este tema: "La cuna vacía: El doloroso proceso de perder un embarazo" y "Las voces olvidadas: pérdidas gestacionales tempranas". Ambos materiales son útiles para mujeres, parejas y familias que están atravesando por estos procesos, pero también para su red de apoyo y para los profesionales que los acompañan. 

Hablemos de la muerte en medio de la vida y de la vida en medio de la muerte. Acompañemos, informemos, abracemos. Respetemos los duelos y sus tiempos, honremos sus memorias a pesar de ser tempranas y anónimas. No hay vida pequeña, no hay madres tempranas ni tardías: hay madres, hay hijos e hijas, hay dolor y también ilusión. Hay arco iris,  hay claroscuro.

lunes, 20 de agosto de 2018

Cuando querer no es poder: el duelo de la maternidad

Cuando querer no es poder: 

el duelo de la maternidad




Hoy me encontré un nuevo artículo que, como la mayoría de las publicaciones que comparto sobre este tema, está escrito por una española y con base en la situación de España. Es cierto que podría compartir cosas de otras latitudes, pero también creo que las españolas se han movido mucho en estas causas y que el idioma y la cultura nos ayudan a entendernos más fácil. Así que lo comparto porque creo que nos ayuda a reflexionar sobre nuestra condición de mujeres occidentales, urbanas e hispanoamericanas en búsqueda de una maternidad decidida e independiente. El artículo toca muchos temas interesantes y voy a tratar de detenerme en algunos de ellos:


"Estudiar, encontrar trabajo, conseguir independencia económica y vivir en pareja son algunas de las etapas que esperamos superar antes del ‘‘momento perfecto’’ para tener hijos. Un ideal de vida que cada vez es más difícil conseguir antes de los 30 años. Pero la biología no entiende de crisis económicas, hipotecas abusivas o circunstancias personales. A partir de los 35 años disminuyen drásticamente las posibilidades de embarazo y se plantea la disyuntiva: ser madre tardía o no llegar a serlo nunca"

¿Cuántas de nosotras nos hemos sentido como en una carrera de observación sin fin? Cuando llegamos a un objetivo ya nos toca ir por el siguiente... Y pararse en un punto para poder decir "momento, lo que yo realmente quiero es ser mamá" es difícil y requiere mucho valor, porque la sociedad no lo premia, no en estos tiempos.

"La sociedad va a juzgar a la mujer haga lo que haga", afirma Nancy Konvalinka. Por una parte, se las anima a progresar en su carrera laboral y a realizarse a través del ámbito profesional –‘‘¿cómo vas a renunciar a todo solo por ser madre?’’–. Por otra, se las critica si tienen hijos tardíamente –‘‘se te está pasando el arroz, ¿no piensas darles nietos a tus padres?’’– o no llegan a tenerlos"

Pertenecemos a una generación que es heredera de las libertades sexuales y los derechos reproductivos, pero todavía necesitamos abanderarlos y defenderlos. Hacer valer nuestra decisión de ser madres -y serlo sin un compañero al lado- es nuestra lucha, pero al mismo tiempo nos vemos envueltas en el remolino de exigencias para las mujeres de nuestra época.

"María Dolores (41 años) sabía que no podría acabar su tesis doctoral si tenía hijos. Así que decidió esperar. Cuando comenzó a intentarlo, sufrió tres abortos y pensó que ya no sería madre. Llegó el vértigo frente a la ausencia y el miedo a haber esperado demasiado. Después, a modo de respuesta, su primer hijo"

Personalmente, me siento muy identificada con esto: aplacé mi maternidad durante todo mi doctorado porque me dijeron que no podría hacer las dos cosas, y más allá de pensar si es o no verdad, lo cierto es que la academia no es comprensiva ni respetuosa con la maternidad, porque el patriarcado le ha calado bien, porque sus lógicas son masculinas y masculinizantes. Y ahora que por fin estoy cerca de terminar, viene el difícil camino de intentarlo, las pérdidas, la incertidumbre, el dolor (espero poder escribir pronto sobre esto).
"Para quienes quieren ser madres, cada menstruación es una pérdida. Así lo sintió Encarna (59 años), que sentía que había nacido para ser madre pero tardó más de 10 años en conseguirlo. Si pudiera eliminar una época de su vida, afirma, sería aquella que pasó yendo al hospital, luchando para que la vida se agarrara a su útero. Un proceso agotador que repitió durante cuatro años, debatiéndose entre la esperanza y el miedo a hacerse ilusiones. Al mes, invariablemente, aparecía la sangre y a ella se le venía el mundo encima".

Esto se une con el extracto anterior, y también estoy en deuda de hablar sobre ello en este blog, porque para quienes anhelamos tanto la maternidad,  su búsqueda está llena de desafíos. Yo también lo he sentido como Encarna: cada menstruación es una pérdida , un mes que pasa sin conseguirlo. Nadie quiere hablar de esto y todo parece exagerado. Por eso es fácil sentirse incomprendida y agobiada. Pero el truco es descubrir que no se está sola. Formar comunidad, hablarlo, acompañarse de una doula... Hay muchas alternativas para mantenerse en el camino.
Puedes ver el artículo completo en: Cuando querer no es poder: el duelo de la maternidad

domingo, 12 de agosto de 2018

Para pensar nuestra identidad Madre soltera/sola por elección

Para pensar nuestra identidad
Madre soltera/sola por elección 

Varias personas me han preguntado por el titulo del blog, sobre el adjetivo que define mi elección y que nos denomina a las mujeres que optamos por este camino. Por eso he decidido describir brevemente por qué me adhiero a unos "rótulos" y no a otros. También les compartiré  dos artículos breves de una página que me encanta y que me ha ayudado mucho en el camino de tomar la decisión y hacerla realidad.


Madre e Hija (detalle del cuadro Las Tres Edades de la Mujer)
Obra del gran Gustav Klimt.

Para empezar, quiero contarles que en español hay dos formas de nombrar a las mujeres que, sin tener una pareja, han decidido ser madres por reproducción asistida, adopción o donante conocido: madres solteras por elección  y madres solas por elección. Personalmente, me gusta más la primera que la segunda y por eso la adopto como mi identidad. La razón es muy simple: me identifico como una mujer soltera pero no como una mujer sola, y de hecho, nunca he pensado que seré una mamá "sola"; por el contrario, estoy segura de que hay toda una tribu acompañando esta maternidad. En inglés, el término empleado es single mother by choice, resumido como choicemoms. Desde mi punto de vista, lo importante en todas las formas de llamarnos, es la idea de la elección,  porque como bien dice Eva María Bernal "las mujeres hacen una elección cuando son madres y esa es la nuestra". 

Para leer más sobre esta decisión, les recomiendo dos publicaciones de Eva María Bernal en su maravillosa página www.creandounafamilia.net

Madres solas por elección en Mujeres empoderadas


Madres solteras por elección: así pueden vernos

miércoles, 18 de julio de 2018

Madres solteras por elección: las típicas preguntas

Madres solteras por elección: las típicas preguntas 

De la página web de Rosa Maestro, fundadora de www.masola.org, un balance de esas típicas preguntas que nos hacemos y que nos hacen, con un toque de humor español. Mi favorita, por su sarcasmo, es la # 10: "¿Te lo has pensado bien? ¡Qué si me lo había pensado!, caray, No. Me levanté una mañana, me di con el pico de la mesilla, y decidí ir a una clínica a inseminarme de un donante". Recomendado para armarse de argumentos y también para preguntarse nuevas cosas.




martes, 17 de julio de 2018

La maternidad como feminismo

La maternidad como feminismo


Un artículo de María Alejandra Privado Catalán que -por fin- dice con toda lucidez cómo es que la maternidad puede y debe ser entendida como una forma de feminismo. El título puede despistar un poco, porque la reflexión es bastante filosófica... pero no tiene línea mala. Recomendadísimo para pensarse el tema ¡y defenderlo!

Puedes ver el artículo en: La maternidad como experiencia estética