lunes, 5 de septiembre de 2022

Continuar el viaje

En los últimos días, varias personas me han preguntado si voy a continuar el tratamiento de reproducción asistida que estoy haciendo para conseguir mi embarazo. La pregunta me parece muy lógica y yo también me lo he preguntado, muchas veces. No resulta, a simple vista, muy fácil de comprender que quiera someterme de nuevo a la medicación, la angustia de la espera por noticias, el riesgo de pasar por otro aborto. Como también es una pregunta que me he hecho a mí misma, hice una lista de las cosas que preferiría no tener que experimentar de nuevo y las que sí quisiera volver a vivir. Luego las puse en una balanza imaginaria para saber qué era más contundente. Y elegí.


Este breve y extraño embarazo de la primera transferencia me trajo como regalo la ternura y la felicidad de saber que era posible. Yo había experimentado esta efímera posibilidad de ser madre cuando gesté a Lucerito, pero esta vez había un reto mayor y todo el tratamiento de la Fertilización In Vitro hace que el embarazo parezca una especie de milagro científico (sí, así de paradójico es esto).

Después de estas semanas he intentado aferrarme a los recuerdos de los días luminosos, antes de la pesadilla que le siguió a esa ecografía sin buenas noticias, sin saco, sin latido, a la angustia de la beta que avanzaba lento, al trauma del legrado de emergencia.

Y agarrándome con todas mis fuerzas de ese sentimiento nostálgico y dulce, he pensado en que no me perdería la posibilidad de experimentar de nuevo el amor y la fascinación que me producía cada imagen, cada procedimiento, cada evidencia de un pequeño cambio en mi cuerpo. Esperar por buenas noticias y orar cada día para que todo estuviera bien, sin poder adelantarme ni adivinar nada, fue una lección durísima de fe y paciencia, pero valió cada minuto por tener unos días de dicha e ilusión.

Descubrir la ternura y la emoción de quienes me rodean me abrigó el alma y me ayudó a sacar fuerzas para continuar creyendo. Ver lágrimas de alegría y sentir el amor de quienes abrazaban y saludaban el tímido vientre que se asomaba era un regalo diario. Fue una noticia feliz para muchas personas y yo me sentía portadora de una gran alegría en momentos inciertos y difíciles. No renunciaría tampoco a ese privilegio a pesar de haberme convertido luego en una fuente de malas noticias, de angustias y de temores.

Yo, que llevo casi diez años transitando esta búsqueda, he tenido tiempo de pensar en nombres, comprar cosas para mi bebé (pueden leer mi entrada anterior "Los objetos tiernos de la dificultad") y hacer planes para el futuro. Pero para la mayoría de mi entorno esto sólo fue posible ahora, que se sintió tan real y tan cercano el milagro de esa vida. Empezaron a tejer mantas y saquitos, compraron "mamelucos", aportaron ideas de nombres, se ofrecieron para hacer un baby shower y consintieron a esta mamá. Si estuviste entre estas personas, por favor no te sientas mal, habrá más oportunidades para hacerlo y me trajiste mucho amor y mucha dicha en su momento, no tengo palabras para agradecerte por eso, sólo quiero pedirte que no te arrepientas porque yo no lo he hecho.


Hay 5 embrioncitos congelados en el laboratorio, esperando por una oportunidad de ser acogidos en un vientre que, no sabemos por qué, ha sido esquivo para las dos pequeñas almas que allí han encarnado antes. Todo el enorme esfuerzo que ha hecho posible la existencia de esos pequeños embriones será honrado con una posibilidad siempre que mi cuerpo y mi salud lo permitan. El dinero se resolverá de alguna forma, el duelo se vivirá las veces que sea necesario (aunque espero que nunca más pase por ello), las dudas y los miedos se aceptarán con amor en cada oportunidad.

A pesar del dolor que ha supuesto recibir malas noticias y tomar las decisiones difíciles que han conducido a dar por terminada la posibilidad de este primer embrioncito, yo elijo la esperanza de volver a sentir las sensaciones y emociones que experimente durante algunas semanas, ojalá por un tiempo mucho más largo y sin este dolor. No me quiero privar de ello por el miedo de volver a pasar por el dolor y el miedo. Quiero volver a experimentar toda esta dicha que mi Cielito lindo ha traído. Este viaje que continúa, les doy la bienvenida.