miércoles, 16 de enero de 2019

Sobre maternidad y doctorado

Sobre maternidad y doctorado



Este blog ha estado en silencio por un tiempo. Las razones tienen que ver con el final de mi doctorado y los cambios vitales que esto ha traído. Durante más de dos meses, este texto que hoy les comparto ha estado en borrador, a la espera de que yo me anime a compartirlo y no había podido hacerlo porque el fantasma del cierre de ese proceso me perseguía día y noche. Pero las crisis tienen la cualidad de hacernos expulsar lo bueno y lo malo. Y el texto, finalmente salió de mis entrañas (casi literalmente).

¿Qué tiene que ver el final de mis estudios de doctorado con el tema de este blog? Pues bien, tiene todo que ver. A nivel muy íntimo, sospecho desde hace rato que terminé haciendo un doctorado, entre otras razones -pero siendo probablemente ésta la más fuerte- para huir o aplazar mi deseo profundo de convertirme en mamá (los detalles de esa sospecha se los cuento en otra entrada). El problema es que aplazar ese tipo de decisiones vitales, utilizando como pretexto empresas del tamaño de un doctorado, pues puede ser una pésima idea. Yo me di palo por eso durante mucho tiempo, porque pensaba que, si ese había sido el caso, entonces estaba cometiendo un error que me salía carísimo. Pero hace rato decidí no torturarme más... ya estaba en el huracán y lo mejor que podía hacer era salir de él victoriosa.



La cuestión es que las mujeres de estos tiempos estamos tan enredadas con el tema -mal pensado desde muchos lados del feminismo- de que no podemos ser mujeres profesionales, bien preparadas y de éxito, si "cedemos" ante la maternidad. Digo "cedemos", así entre comillas, porque creo que así nos hacen creer que es la cosa: que entregamos algo (nuestra vida, nuestros sueños, nuestra libertad) a cambio de nada. Y yo creo que ahí radica el problema. Porque el asunto es que optar por la maternidad no nos hace menos nada... tampoco es que nos ponga en un pedestal. Pero en la medida en que ser una mujer que cumple con sus metas y ser madre se vean como antagónicas, pues seguiremos sintiéndonos frustradas en una o en otra esquina.

Yo recuerdo que, recién entrada al doctorado, hablé un día con un maestro a quien quiero y respeto muchísimo y le conté que quería ser mamá. Me dijo que claro, que estaba "en todo mi derecho", pero que no se me fuera a ocurrir hacerlo mientras cursaba el doctorado, porque seguramente iba a terminar renunciando a lo que era renunciable, es decir, al doctorado. Esta sentencia me marcó y creo que se me convirtió en una causa. Durante todo el doctorado quise probarle a él, y a otras personas que así me lo plantearon (y no fueron pocas: hombres y mujeres, madres y no madres, maestros, compañeros y desconocidos) que estaban equivocados, que el doctorado y la maternidad no tenían por qué ser incompatibles, incluso si decidía ser madre soltera. Desafortunadamente, las circunstancias más personales me impidieron ser madre mientras cursaba estos estudios. Ahora, al término de ellos y mientras continúo en la búsqueda de mi maternidad, miro con cierta distancia y con nostalgia esta causa. Tal vez por eso me había costado tanto trabajo terminar este texto. Porque los duelos de las causas perdidas, que hay que recomponer y convertir en nuevas batallas, son lentos y bien complicados. 

Pero también veo desde este punto de mi presente otras cuestiones que me plantean más interrogantes que respuestas: haber pensado y buscado la maternidad durante todo el doctorado, haber conocido madres que entraron al doctorado teniendo hijos de todas las edades, compañeras que se hicieron madres durante los años de estudio, mujeres que han aplazado o renunciado a la maternidad por cuenta del doctorado, haber tenido muchas conversaciones al respecto con personas dentro y fuera de la academia, me ha mostrado que estamos lejos de poder acertar en la conciliación de una cosa con la otra. Yo pude ver muy de cerca las dificultades que enfrentaron mis colegas para cumplir las exigencias de los programas doctorales sin sentir que estaban siendo malas madres.



Mientras que la academia no se piense como un espacio humanista, en el sentido amplio y realista del término, haciendo honor a sus orígenes, intentar que en su seno se gesten con respeto y justicia nuevos proyectos y nuevas vidas, será imposible. Si los estudiantes de posgrado, especialmente los doctorandos, y para fines de esta reflexión LAS doctorandas, no somos vistas como mujeres en nuestra integridad, que abarca también nuestras decisiones vitales, de salud, reproductivas, afectivas, no será posible que la academia le haga espacio a las madres. Y las madres académicas, a quienes dedico con total admiración estas líneas, seguirán pasando las duras y las maduras para conseguir lo que se proponen en ambos casos.

¿Cuál sería la estrategia? ¿Qué es lo que se necesita? Más allá de guarderías universitarias o de licencias de maternidad, creo que se necesita (como en todos los aspectos de la vida académica) un cambio profundo. Ya lo he apuntado en torno a la re-humanización de ese espacio y de las relaciones que ahí tienen lugar. Pero también se necesita un cierto feminismo más abierto y menos dogmático, que se pregunte por la conciliación más allá de lo laboral, que incluya la maternidad autónoma, libre, respetada y justa como una bandera de la resistencia contra el patriarcado, que se tome de verdad la academia más allá de los discursos adornados. Porque solo cuando dejemos de reproducir, en las prácticas académicas, nuestro propio machismo instalado, nuestro espíritu competitivo, agresivo, excluyente, patriarcal en su forma más obsoleta, podremos pensarnos las universidades como lugares de vida. Y solo ahí, en ese momento, los profesores dejarán de pedirnos que elijamos una cosa o la otra, seremos libres de decidir nuestras maternidades solas o acompañadas en el momento en que lo creamos más conveniente, incluso si ese momento es mientras hacemos un doctorado. Y paro aquí porque mi catarsis está muy larga...

Como siempre, he aquí una recomendación de otro texto sobre el mismo tema (porque afortunadamente no soy la única que se lo está pensando): Doctorado y Maternidad ¿es factible?Una entrada del "Blog de una doctoranda" en la que algunas mujeres hemos comentado durante dos o tres años nuestras reflexiones y planes al respecto


P.D. Quiero este libro:





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